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AGUA LIBRE DE CONTAMINACIÓN, CLAVE PARA PROTEGER SALUD PÚBLICA

 

 

  • Desafortunadamente, la contaminación del agua es difícil de detectar, porque no basta con que no tenga olor y sea clara para que esté necesariamente libre de contaminantes.

 

Proteger las fuentes de agua de la contaminación y mantener un abastecimiento de calidad del vital líquido es fundamental en los esfuerzos para proteger la salud pública, asegurar una buena calidad de vida y proveer un desarrollo sustentable, señaló el especialista del Centro de Investigación y Estudios Avanzados en Salud Animal (CIESA) de la Universidad Autónoma del Estado de México, Benjamín Valladares Carranza.

Refirió que de los 106 elementos conocidos por el hombre, 84 son metales, por lo que no es de extrañar que las posibilidades de contaminación metálica en el ambiente sean numerosas.

En este contexto, afirmó que la ingesta de animales contaminados por metales tóxicos en acuacultura, entre los cuales destaca plomo, mercurio, berilio, bario, cadmio, cobre, manganeso, níquel, estaño, vanadio y zinc, puede provocar diversos síntomas de intoxicación, pero también problemas graves de salud, como retraso en el desarrollo, cáncer, daños en el riñón, autoinmunidad, dolor en articulaciones, artritis reumática, trastornos del sistema circulatorio o nervioso central e incluso, la muerte.

El académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UAEM resaltó que desafortunadamente, la contaminación del agua es difícil de detectar, porque no basta con que no tenga olor y sea clara para que esté necesariamente libre de contaminantes.

            Abundó que se debe tener presente que los metales son materias naturales que han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las civilizaciones; sin embargo, el problema surge cuando prolifera su uso industrial y su empleo creciente en la vida cotidiana termina por afectar la salud.

Benjamín Valladares Carranza detalló que la peligrosidad de los metales pesados es mayor, al no ser química ni biológicamente degradables; así que una vez emitidos, pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años.

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