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PROPUESTA PARA REVISAR EDIFICIOS / Alebrijes en Cuadratines

 

 


Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

A una distancia de 32 años, los terremotos registrados en el mismo mes y día, el 19 de septiembre, sus consecuencias han resultado muy diferentes, aunque de ninguna forma puede afirmarse que en ambos casos se registraron las mismas pérdidas de vidas humanas así como graves afectaciones en edificios, especialmente en viviendas.

Si bien la información se ha centrado en lo sucedido en la ciudad de México, donde se registró el mayor número de decesos, el mayor desastre en el caso de los inmuebles sucedió en comunidades pobres y alejadas de los estados de Oaxaca, Chiapas, Morelos y el Estado de México, en casas de adobe o con materiales de baja calidad.

Un gran contraste entre ambos sismos fue el número de las muertes, ya que en 1985 nunca existió una cifra oficial y se llegó a manejar una cantidad de entre diez mil y 20 mil decesos, mientras que/ ahora fueron menos de 400.

Incluso en la capital federal el número de edificios colapsados fue comparativamente mucho menor, lo cual entre otras razones fue por el endurecimiento en los reglamentos de construcción establecidos a raíz de lo sucedido en 1985, pero sin embargo aún se han registrado casos de corrupción los cuales han quedado evidenciados con los daños registrados.

Un caso especial ha sido el de la escuela Enrique Rébsamen, ubicado al sur de la Ciudad de México, donde su propietaria decidió construir una vivienda en la azotea del plantel, pero con una serie de lujos que propiciaron su derrumbe donde fallecieron alumnos y trabajadores.

Porque instalar un jacuzzi y acabados en mármol, entre otros detalles, en un edificio que carecía de la sustentabilidad para soportar todo ese peso fue lo que provocó ese desastre en particular y que, además, ha creado una crisis política a Claudia Sheinbaum, a quien Andrés Manuel López Obrador la está encauzando como candidata de Morena a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Pero también se registraron otros casos de edificios que han quedado en muy mal estado, los cuales simplemente han sido declarados como inhabitables y deben ser demolidos, los cuales fueron presuntamente construidos o remodelados después de 1985 pero sin cumplir con las especificaciones técnicas necesarias acordes a las especificaciones reglamentarias.

Diferentes periódicos capitalinos han dado cuenta de casos de edificios de departamentos que fueron adquiridos a no bajos precios, que tras el sismo han quedado sensiblemente dañados y resultan inhabitables y sus adquirientes han perdido lo que consideraban ya un patrimonio familiar ya que en gran parte de los casos no contaban con seguros para ningún tipo de riesgos.

¿Qué hacer? Existen varias propuestas, ninguna fácil ni cómoda pero que resultan necesarias para enfrentar futuros siniestros. Si bien es imposible pronosticar cuándo y en dónde se registraran temblores sin importar su intensidad, no se debe olvidar que el territorio nacional se ubica en varias áreas sísmicas, en especial en el litoral del Pacífico y en el sur, por lo cual nunca se debe bajar la guardia.

Una propuesta sería el que peritos revisaran con cierta periodicidad todos los inmuebles para verificar sus condiciones, que han sido objeto de mantenimiento y se mantienen en condiciones óptimas para mantenerse en uso ya sea habitacional, de servicios o de oficinas, para tener mayores posibilidades de seguridad ante un temblor.

Sería una situación parecida a la verificación de los automóviles, quienes cada seis meses tienen que comprobar que no son contaminantes, pero en el caso de los edificios que son capaces de resistir sismos. Estas revisiones podrían, por ejemplo cada cinco años, ejecutadas por peritos de alguna dependencia local o federal o contratados por los propietarios de los inmuebles quienes presentarán el resultado ante las autoridades para comprobar el cumplimiento del requisito.

No se trataría de crear más burocratismo sino de establecer protocolos para detectar con anticipación inmuebles en malas condiciones, que no han recibido el mantenimiento necesario para garantizar la seguridad de las personas. En el caso de edificios de oficinas o de atención al público las revisiones deberían ser con mayor frecuencia por esa característica.

Esta es una propuesta, podría haber más quizá podrá retomarse la más adecuada o la más práctica, pero ninguna funcionará eficazmente si es que se mantienen prácticas corruptas, como sucedió con varias construcciones de reciente edificación que colapsaron el pasado 19 de septiembre.

Resulta necesario evitar prácticas irregulares porque, de lo contrario, cuando suceda un nuevo terremoto volveremos a registrar caídas de edificios y con ello pérdida de vida y de afectaciones económicas para quienes tienen en inmuebles invertido gran parte de su patrimonio personal y familiar, lo cual nunca resulta deseable.

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