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Alebrijes en Cuadratines: Promesas sobre la corrupción

 

Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

En esta temporada electoral el tema de la corrupción ha sido recurrente entre todos los candidatos desde los aspirantes a alcaldes, legisladores locales o federales, candidatos a gobernador y muy especialmente en quienes desean llegar a la Presidencia de la República.

Para esos candidatos, en particular quienes se consideran como los defensores de la virtud y ejemplos de la transparencia y honradez, en mayor o menor grado en sus discursos y mensajes públicos coinciden en que este es uno de los principales problemas en nuestro país, aunque en su trayectoria personal y política existan sobre ellos una serie de dudas.

Por ejemplo en el caso de Andrés Manuel López Obrador ha llegado al extremo de asegurar que tras ganar las próximas elecciones, desde el primer momento en que asuma la presidencia de la república, automáticamente se acabará la corrupción y que todos los recursos financieros ilícitos serán rencauzados para ser aplicados en diversos programas sociales.

En el papel resulta una gran promesa pero en la realidad debe ser analizada con cuidado, ya que resulta ser algo, si no imposible, al menos muy difícil de cumplir porque lamentablemente la corrupción no es un problema exclusivo de México sino que existe a nivel mundial. Lo padecen tanto las naciones clasificadas del primer mundo, como en aquellas que registran más retraso social, aunque es en estas donde sus consecuencias son más negativas.

Para ello se puede recurrir a los análisis desarrollados por el organismo denominado Transparencia Internacional, quien desde hace 25 años da a conocer anualmente una clasificación sobre las percepciones de expertos y empresarios sobre el nivel de corrupción en el sector público en 180 países, donde se emplea una escala de cero a 100, en la cual cero equivale a muy corrupto y 100 a muy transparente.

En sus conclusiones correspondientes más recientemente divulgadas se establece que más de dos tercios de los países tienen una puntuación inferior a 50, mientras que el promedio es de 43. En el caso de nuestro país la evaluación la desarrolla el capítulo Transparencia Mexicana, organización de la sociedad civil dedicada al control de la corrupción en nuestro país.

(Para tener una mayor idea de quién es Transparencia Mexicana debe puntualizarse que entre otras acciones participó en la creación e impulso de la plataforma “#3de3”, con la cual se busca que quienes aspiran a un cargo de elección popular den a conocer tres declaraciones: patrimonial, de intereses y fiscal, para aclarar la situación económica de sus ingresos y situación financiera.)

De acuerdo a su reciente análisis, Nueva Zelandia y Dinamarca ocuparon las primeras posiciones, con puntuaciones de 89 y 88 puntos, respectivamente, entonces de acuerdo a Transparencia Internacional ningún país está libre de la corrupción y en esas naciones se le podría considerar como un problema no tan grave, tal como sucede en Siria, Sudan del Sur y Somalia, países ubicadas en los puestos más bajos, con 14, 12 y 9 puntos de calificación, respectivamente.

En esa tabla México se ubica en el sitio 135 con una calificación de 29 puntos, 14 por debajo de la media mundial pero en el mismo nivel de Honduras. Kirguistán, Laos, Papúa Nueva Guinea, Paraguay, República Dominicana y Rusia, y por encima de Guatemala, Ucrania, Venezuela y Corea del Norte.

También debe considerarse que las comparaciones no siempre resultan positivas y en el caso de hacerlo entre México y otras naciones, deben analizarse diversas situaciones particulares existentes en nuestra sociedad a fin de poder resolver la problemática de la corrupción en nuestra sociedad.

Con estas referencias lo que los candidatos y políticos deberían de comprometerse sería en lugar de mágicamente decir que a su llegada al cargo público se terminará con la corrupción, sería proponer alternativas para reducirla al máximo, programas que funcionen, sanciones para quienes incurran en prácticas deshonestas.

Ya un primer ejemplo lo dio José Antonio Meade Kuribreña, al proponer que el “#3de3” se transforme en el “#7de7”, con la inclusión de otros cuatro puntos: opinión técnica de un contador público certificado que acredite la congruencia de la declaración patrimonial; consultas realizadas a los registros públicos de todos los estados; evidenciar que no existen otras fuentes de ingreso que incrementen su patrimonio; y pedir que un notario público dé fe de la veracidad de toda la información que sirvió de base para este ejercicio, datos que ya divulgó públicamente.

Hasta el momento los otros aspirantes no han aceptado cumplir con esos puntos, incluso Ricardo Anaya calificó de patético que Kuribreña haya sido el último en cumplir el “3de3”, lo cual podría considerarse como una salida fácil para evadir el cumplimiento de esos nuevos requisitos.

En fin, la corrupción es un hecho real y se debe trabajar a fondo para eliminarla lo más posible.

(Si quiere consultar la tabla internacional de la percepción de los niveles de corrupción puede ingresar al siguiente link: https://transparencia.org.es/wp-content/uploads/2018/02/tabla_sintetica_ipc-2017.pdf )

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