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Maullidos Urbanos: Exámenes a profesionales

Gato de Barrio

gatodebarrio@yahoo.com.mx

Según el presidente Andrés Manuel López Obrador, los egresados de las escuelas normales en particular los de planteles rurales, por el simple hecho de haber terminado su carrera merecen tener su plaza laboral en automático, incluso los compara con quienes terminan sus estudios de medicina y en el Colegio Militar.

            Esa es su justificación para buscar quedar bien con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, es decir el magisterio disidente que busca recuperar los beneficios económicos y gremiales que le fueron cancelados durante la calificada como mal llamada Reforma Educativa impulsada durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

            Es difícil comparar lo que sucede con quien terminó como cirujano o militar con el maestro normalista, ya que resultan ser profesiones y responsabilidades mucho muy diferentes.

            En el caso de quien se decidió por Medicina, tras terminar sus cinco años de escuela, siguen las prácticas profesionales y si decidió por alguna especialidad, entonces son más años de preparación, sin omitir que cuando decide ingresar a alguna institución hospitalaria, pública o privada, es sometido a exámenes nada sencillos, pues no es para menos ya que en sus manos estarán las vidas de muchas personas.

            Respecto a quienes optan por la carrera militar, entre las primeras enseñanzas que recibe es ser disciplinado, es decir acostumbrarse a acatar las órdenes de sus profesores y superiores con pocas oportunidades para inconformarse, así como alcanzar una excelente condición física, requisitos indispensables para desarrollar sus labores, no necesariamente en el campo de batalla, sino para atender las emergencias donde deben ayudar s sus semejantes. Quien no cumple estos puntos, simplemente abandona la carrera o no logra pasar a los niveles superiores.

            En cambio, con los normalistas sucede que muchos de ellos no tienen en verdad la vocación para ser maestros, simplemente se enrolan en esta profesión porque consideran que al salir van a tener su plaza laboral de por vida y ahora, sin evaluaciones, ¿quién garantiza que en realidad preparen adecuadamente a sus alumnos.

            Aunque los normalistas aunque aparentemente no tienen las vidas de otros en sus manos, ni tienen que trabajar en condiciones adversas en favor de sus congéneres, sí tienen una propósito por cumplir y de alta responsabilidad: preparar adecuadamente a las futuras generaciones. De lo contrario nuestro país nunca logrará progresar.

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