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Egocentrismo presidencial / Alebrijes en Cuadratines

 

Adrián Chavarría Espinosa /

ache57@yahoo.com.mx /

Constantemente y a la menor provocación, el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en reiterar que ni él ni su gobierno son como los anteriores, que trabajan de forma mucho muy diferente, lo cual es muy cierto, pero deben analizarse esas condiciones para verificar, comparado con los hechos, qué tan cierta es esa afirmación.

Inicialmente se le considera como el primer mandatario mexicano de izquierda, quien bajo el título genérico de “Bienestar”, se ha propuesto encabezar lo que ha denominado como el gobierno de la Cuarta Transformación, en alusión a que la Independencia Nacional fue la primera; la reforma liberal de Benito Juárez la segunda y la Revolución Mexicana la tercera,

Con esos antecedentes se debe considerar inicialmente es para López Obrador su modelo de gobierno y administración es el que se mantuvo vigente en gran parte de la segunda mitad del Siglo XX, donde el Partido Revolucionario Institucional era quien dominaba el panorama político y, en los procesos electorales, funcionaba como una verdadera aplanadora ante una prácticamente inexistente oposición.

Pero, además, era el tiempo en que el presidente de la república era no solo la máxima autoridad sino la única, donde todo lo que se hacía y decidía debería ser bajo su autorización y de ninguna forma se le podía contradecir, aunque debe señalarse que regularmente estaba abierto para escuchar otras opiniones y atender las recomendaciones de sus asesores.

Incluso, en esos tiempos el jefe del Poder Ejecutivo daba su lugar a quienes fungían como integrantes del gabinete, para que pudieran desarrollar sus responsabilidades y aunque se afirma que desde el momento en que rendía protesta para asumir su cargo, ya tenía definido a quien “propondría” al partido como el candidato para sucederlo, dejaba que los presuntos aspirantes se presentarán a fin de que la ciudadanía los conociera y evaluara.

Pero ¿cómo sucede en la administración de López Obrador? No se puede desconocer que tiene muy buenas intenciones para mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, de mejorar las condiciones sociales y políticas de todos los mexicanos, de lograr impulsar las actividades productivas para elevar la economía nacional, entre otros propósitos.

Sin embargo, esas buenas intenciones se quedan en eso debido a que para realizar todos esos propósitos no se formularon los debidos análisis ni estudios para determinar su factibilidad, costos y proyectos de ejecución para, tras cumplir con esos pasos, entonces desarrollarlos y cumplir con sus compromisos proselitistas. Podría decirse que muchos de esas acciones se planearon sobre las rodillas,

            Por esa razón muchos de sus proyectos no funcionan, por ejemplo, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles sigue sin operar en los niveles óptimos esperados; la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, que pese a ser oficialmente inaugurada aún no entrega un solo barril de gasolina, lo cual se espera suceda hasta el próximo año, y eso, de no ocurrir  algún inconveniente.

            Incluso, su promesa de que los mexicanos gozaríamos de un sistema de salud de primer mundo, con medicinas gratuitas, ha quedado pendiente de cumplir en varias ocasiones, siendo hasta mediados del próximo año cuando presuntamente será una realidad.

También ha quedado comprobado que López Obrador intenta por todos los medios a su alcance revertir la existencia y el avance de los diferentes órganos autónomos, impulsados para contener las medidas unilaterales de las diferentes autoridades, acusándolos de ser costosos e innecesarios, manteniendo solo aquellos que encabezan personas afines al régimen, como sucedió con Rosario Piedra en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Algo que ha distinguido al presidente es su egocentrismo, donde él intenta concentrar no sólo funciones y responsabilidades de quienes son sus secretarios de estado, además ignora consejos de asesores y, como hecho totalmente inusual, impone a los legisladores de su partido, Morena, a que aprueben sus iniciativas de ley como él las envía, «sin cambiarle siquiera una coma», aunque contengan fallas, irregularidades y resulten anticonstitucionales, lo que ha inutilizado al Poder Legislativo.

Además, según su fantasía, se siente con una gran autoridad personal y moral, para constituirse en dirigente a nivel mundial, cuyos programas de gobierno se repliquen en el mundo, que sus propuestas de pacificación sean aceptadas sin objeción y que sus injerencias políticas solo sean vistas como “simples opiniones personales” cuando es el mandatario de una nación.

Un punto especialmente relevante es haber adelantado el proceso de “selección” del candidato de Morena para las elecciones federales de 2024, impulsando a tres colaboradores cercanos –Claudia Sheinbaum (la favorita), Adán Augusto López Hernández y Marcelo Ebrard Casaubón–, y marginando al senador Ricardo Monreal Ávila, lo cual ha provocado un desgaste político entre todos ellos. Incluso ha alentado a la oposición a que ya designe a sus aspirantes, hecho en lo cual no ha obtenido la respuesta ideal para él.

 Es tan egocentrista que siente que todo lo dicho y hecho en el país gira a su alrededor, como sucedió con el atentado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva, donde a pesar de expresar su “solidaridad” con el comunicador, continúa con sus agresiones verbales en contra de los comunicadores e intelectuales críticos a su administración.

Incluso llegó a expresar que el ataque armado pudo ser un “autoatentado” de parte de sus “adversarios”, con el fin de atentar en contra de su gobierno, es decir que él era el objetivo final del intento de homicidio de Gómez Leyva, lo cual definitivamente resulta increíble de poder entender, cuando él, desde sus conferencias mañaneras, donde alienta la polarización social.

En fin, estos son solo algunos botones de muestra de cómo López Obrador ha probado ser diferente a sus antecesores, muy diferentes, pero lamentablemente en sentido negativo, Incluso, muchos que criticaron al gobierno de Enrique Peña Nieto se muestran sorprendidos por el comportamiento de López Obrador.

Por último, muchos consideran que sus ataques en contra del Instituto Nacional Electoral es porque considera muy probable que resulten derrotados los candidatos de Morena, tanto a la presidencia de la república como al Congreso federal en las elecciones de 2024, y la oposición recupere posiciones políticas.

Ante ello intenta debilitar al actual árbitro electoral y cambiarlo por otro que le resulte más favorable, pero ello no le resultará sencillo y deberá enfrentar diversos obstáculos, lo que de ninguna forma le ayudará a su gobierno y le repercutirá negativamente en el último tramo de su gobierno.

Ya veremos cómo afronta los menos de dos años que le restan a su gobierno para tener un balance definitivo de qué tan diferente resultó ser como presidente y su gobierno.

 

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