Alebrijes en Cuadratines / Mala semana para AMLO en la mañanera
Adrián Chavarría Espinosa /
Las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López ya no le ofrecen buenos saldos, todo lo contrario y la mejor prueba es lo sucedido la semana pasada, cuando en la sección de preguntas de los periodistas, literalmente explotó y emitió una serie de expresiones que lo muestran como una persona intolerante que, incluso, se siente por encima de las leyes.
Aunque no son recientes sus manifestaciones de rechazo a instituciones o al marco legal vigente, resultan todo lo contrario a sus expresiones de cuando era presidente electo, al afirmar que respetaría tanto la división de poderes, así como en su toma de posesión, cuando protestó “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen”.
Una de las primeras expresiones negativas fue en el año de 2006, después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa sobre López Obrador, por una diferencia de 0.56% de votos, y tras haberse efectuado un recuento de votos, emitió la famosa frase de “¡al diablo con las instituciones!”.
Si bien después se contuvo y fue más ecuánime en sus dos siguientes campañas proselitistas, lo que le rindió frutos al ganar las elecciones presidenciales de 2018, pero una vez que asumió el poder no solo volvió a endurecer sus discursos, además ha intentado concentrar el mayor poder posible, para lo cual ha buscado eliminar a todos los organismos autónomos y promover reformas constitucionales, lo cual ha sido frenado por la oposición.
Ya en el poder retomó la práctica de conferencias de prensa matutinas. implementadas cuando fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, pero ahora desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional, y para su mayor difusión se apoya en los diferentes canales de televisión del gobierno federal –11, 14 y 22–, así en las redes sociales oficiales y portales de algunos periódicos y medios electrónicos, para alcanzar el mayor alcance a nivel nacional.
Con esas conferencias logró imponer la agende política nacional, con el apoyo de periodistas afines, donde podía lucirse con respuestas favorables y cuando era sujeto a preguntas difíciles, entonces recurría a la ya clásica frase de “tengo otros datos”.
Incluso agregó secciones para “orientar a los medios” de los temas que le interesaban a dar a conocer, como avances en obras de infraestructura, precios de combustibles y canasta básica, incluso para “desmentir” versiones informativas “tendenciosas”, creó como espacio semanal de los miércoles el “quién es quién en las mentiras de la prensa”.
Al paso del tiempo los comunicadores han logrado superar los límites impuestos y cuando algún periodista “disidente” hace uso de la palabra, cuestiona severamente al presidente sin poder controlar eficazmente sus respuestas.
Así, la semana pasada le fue fatal, al tener expresiones inadecuadas, Una, cuando respondió al tema de la libertad condicionada a Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, al afirmar que el Poder Judicial “está podrido”, y recalcó que cuando Arturo Zaldívar era el presidente de ese poder, de forma “respetuosa” le hablaba por teléfono para “atender” el asunto de su interés.
Por supuesto este comentario levantó polémicas entre políticos y abogados, al considerar estas “llamadas” como una intromisión a la independencia del Poder Judicial. Zaldívar solo aceptó ser entrevistado por Ciro Gómez para intentar desmentir esas versiones.
Otro tema se relacionó con la Marcha por la Democracia del 18 de febrero, donde según autoridades capitalinas acudieron 90 mil participantes, pero los organizadores calcularon 700 mil, y tras criticarlos por mostrarse “como paladines de la legalidad, defensores de la libertad y de la democracia”, los calificó de reverendos hipócritas al cuestionar que todos los participantes “guardaron silencio cómplice cuando enfrentábamos esas campañas de desprestigio”.
Los otros eventos se relacionan con la difusión de un reportaje que el periódico The New York Times preparó acerca de que en su campaña electoral del 2018 había recibido financiamiento del narcotráfico, a lo cual López Obrador reaccionó de forma airada al afirmar que ese periódico era un “pasquín, incluso expuso abiertamente el teléfono la corresponsal de ese medio.
Sobre esa revelación el viernes en la mañanera, Jésica Zermeño, periodista de Univisión, encaró a López Obrador por exponer los datos personales de la jefa de corresponsalía del NYT en México, donde lai respuesta fue que no había problema, que pidiera cambio de número y ya.
Pero la declaración más relevante fue que por encima de una ley está él y su autoridad moral y política: “Por encima de esa ley (de transparencia) está la autoridad moral, la autoridad política y yo represento a un país y a un pueblo que merece respeto, que no va a venir cualquiera, porque no somos delincuentes, tenemos autoridad moral, que porque es del New York Times y nos va a sentar en el banquillo de los acusados, eso era antes… ahora nos tienen que respetar”.
No olvidar que en abril de 2022, al criticar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación por supuestamente estar del lado de los abogados patronales, expresó la frase: “Que no me vengan a mí con que la ley es la ley, que no vengan con ese cuento de que la ley es la ley. No, lo que se va a demostrar es si son abogados que defienden el interés público o son abogados patronales, empresariales”.
En resumen, López Obrador ha perdido el control total de las conferencias mañaneras y lo peor para él, es que explota y no medita sus respuestas, lo cual de persistir le generará problemas personales y políticos, que podrían reflejarse en las urnas el próximo dos de junio.
Además, deberá ser más cuidadoso en caso de mantener las mañaneras durante el lapso de las campañas electorales, ya que por alguna declaración inapropiada podría ser sancionado por las autoridades electorales y deberá asumir las consecuencias políticas y sociales.