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ALEBRIJES EN CUADRATINES: SALARIOS MÍNIMOS POLITIZADOS

Adrián Chavarría Espinosa

 

En los días recientes varios sectores políticos han manejado la idea de proponer un nuevo salario mínimo, bajo el argumento de que el vigente simplemente es obsoleto y de ninguna forma sirve para apoyar la economía de las clases populares.

            Claro que esa situación es semejante al descubrimiento del hilo negro o del agua tibia, es decir no es nada novedoso ni reciente. Se debe recordar que hasta la década de los años 60 de siglo pasado, cuando resultaba vigente el denominado desarrollo estabilizador, realmente los salarios resultaban suficientes para satisfacer las necesidades de la clase trabajadora.

            Sin embargo, a partir de los años 70, cuando además de la crisis social generada por los movimientos estudiantiles también empezaron a generarse los conflictos económicos, que lamentablemente se reprodujeron en los diferentes finales de sexenio presidenciales, al grado de que con el cambio de titular del Poder Ejecutivo se registraba también una devaluación.

            Para ello téngase presente, principalmente, que en las administraciones federales de Luis Echeverría y José López Portillo, se elevaron los salarios mínimos por decreto presidencial, incluso hasta con categorías, donde para quienes menos ganaban era mayor el porcentaje del incremento, lo cual era sencillamente una medida populista.

            Según algunos optimistas, el salario mínimo sirve principalmente como medida de unidad para establecer multas y sanciones ya que, afirman, son muy pocos quienes reciben este tipo de sueldo; en cambio, los pesimistas consideran que pocas personas aceptan contratarse con esa remuneración, ya que les resulta insuficiente para costear sus necesidades diarias y familiares y prefieren incurrir en la informalidad, por considerar que serán mayores sus ingresos.

s el caso de los vendedores ambulantes en el Metro de la ciudad de México, conocidos como vagoneros, a quienes las autoridades capitalinas se comprometieron a retirar de ese servicio de transporte a cambio de capacitarlos en algún oficio y darles becas mensuales por poco más de dos mil pesos, pero ya muchos de ellos desertaron y regresaron a su actividad informal.

            Pero, ¿por qué discutir en estos momentos la necesidad de incrementar el salario mínimo? A mi parecer que tanto el Partido Acción Nacional como el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Miguel Ángel Mancera, promotores de la “mejora” utilizan esta polémica como una estrategia política con miras al proceso electoral del próximo año.

            Y es que a pesar de reuniones, discusiones o análisis, lo más recomendable es proponer estrategias para que el trabajador si no recupere totalmente su poder adquisitivo, por lo menos que si le ayude a resarcir sus necesidades más apremiantes.

            Incrementar sueldos por decreto no es un recurso adecuado. Véase el caso de Venezuela, donde la política chavista ha impulsado este tipo de medidas, de ninguna forma ha sido una acción que ayude no solo a la clase trabajadora, sino a toda la economía en general. O España, nación que ha sufrido crisis económicas generadas por los presuntos altos salarios fijados.

            Para que funcione una verdadera recuperación en los sueldos en México se deben considerar varios factores, como el hecho de que lo importante no son los salarios nominales, sino los ingresos reales; que no es tan solo el nivel, sino la tasa de crecimiento real; además que la propaganda de las diversas reformas estructurales impulsadas realmente apoyen al empleo, la productividad y los ingresos y el poder de compra sea una realidad.

            Sin ser economista lo que se podría sugerir sería redefinir bonos como por ejemplo de productividad, donde a mayor actividad y ventas, se logre un mayor beneficio para el sector laboral. Asimismo, ser más flexibles en los tabuladores de los salarios mínimos profesionales, ya que para muchas empresas lo fijado en ellos es el tope máximo para pagar al trabajador, “para así cumplir con la ley”, cuando debería ser la base para ofrecer mejores salarios.

            En fin, por el momento considero que simplemente es una estrategia de varios sectores políticos, pero que difícilmente se podrá llegar a un acuerdo; pero ello resultará suficiente para que esas corrientes se digan abanderadas de las clases trabajadoras, pero las actuales autoridades no muestran disposición para ayudar a los menos favorecidos todo ello, repito, con miras a las futuras elecciones.

            Lo que debería cuestionarse, por ejemplo, es ver qué ha pasado con la reforma laboral impulsada a finales de la anterior administración federal, para conocer dónde ha fallado, qué requiere para tener resultados concretos y positivos y, tras definir las conclusiones pertinentes, entonces superar las deficiencias detectadas y no lamentar que resultó ser el enésimo intento fallido por apoyar a la clase trabajadora.

Para comentarios ache57@yahoo.com.mx

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