Cine: El Guasón, la inmundicia social vista desde la retorcida mente de Arthur Fleck.

Por Hugo A. Sánchez Martínez.

 

El cine a más de cien años de su creación, nos ha permitido acercarnos a lo que siempre hemos soñado (viajar al espacio, convivir con monstruos, ser superhéroes, etc). Sin embargo muy pocas veces en la pantalla se muestran situaciones sociales que si bien podrían repercutir en el espectador un análisis crítico y crudo de lo que lo rodea, terminan significando rebelión y repudio a una clase social que desde el cielo escupen a los más jodidos en una ya muy marcada pirámide social.

Todd Phillips, el estadounidense que entregó una trilogía de comedia muy famosa e importante dentro de la cultura general cinéfila, nos hizo suponer (y a la vez temer), lo que haría al presentar una nueva versión del que sin dudas es considerado el mejor villano de los cómics: Joker.

Si bien la película, interpretada magistralmente por Joaquín Phoenix, puede ser analizada desde muchas vertientes, quisiera abordarlo desde dos temas muy marcados a lo largo de las dos horas que dura esta obra maestra.

Primero hablemos de lo cinematográfico: Recientemente el aclamado director y productor estadounidense, Martín Scorsese, mismo que a su vez recibe un homenaje en «Joker» a dos de sus películas más emblemáticas (The King Of Comedy & Taxi Driver), mencionó que el cine de superhéroes, en específico el monopolio que Marvel ha realizado los últimos 10 años no se pueden considerar cine, ya que según el ganador del Oscar a mejor director, son una montaña rusa de emociones que sólo sirven para entretener a las masas.

«Joker» sin embargo, rompe el paradigma que Scorsese plantea al mostrarnos una historia que si bien está basada en un personaje de cómic, nos lleva de la mano para reflejar una inmundicia social y política que convierten a un enfermo mental en uno de los psicópatas más relevantes de la cultura geek. Con tonos oscuros y fríos, Todd Phillips proyecta una Ciudad Gótica que bien puede compararse con las peores crisis sociales en Nueva York en los años ochentas o bien, la reciente manifestación en Chile del mes pasado.

Sin dejar de lado la brutal actuación de Phoenix, (al cual ya lo vimos en las primeras planas de los medios de comunicación con su estatuilla dorada en el mes de Febrero), podemos ser testigos de como el cine a pesar de ser invadido por los ya hartantes blockbusters de Hollywood, nos sigue entregando historias y un compromiso artístico tan alto como lo fue «Casablanca» y «Lo que El Viento se Llevó» en sus tiempos, por mencionar algunas cintas destacadas, en ámbitos muy específicos como fotografía, diseño de producción y sobre todo Dirección de Actores.

Ahora bien, el ámbito social, que es por el cuál inició esta columna, en «Joker» podemos entrever que en una sociedad tan desoladora y llena de violencia como la que hemos vivido los últimos meses, se vuelve una cotidianeidad tan grave que en el momento en el que Arthur Fleck, un hombre viejo, con desórdenes mentales y de clase baja, mismo que lentamente se convierte en el payaso del crímen, asesina a algún personaje dentro de la cinta de Phillips, termina siendo alabado y lo ponemos como un «héroe» dentro de su contexto.

¿Qué tan retorcida es la mente de nuestro personaje? Lo suficiente como para pintar en el espectador una sonrisa llena de sangre, ira y venganza al ver morir a quienes en un inicio vimos como los malos del cuento, de la misma forma en la que festejamos a un político morir o ser víctima de un atentado.

Si bien la película despertó en muchas personas un símbolo de lucha y justicia, es necesario que la veamos mil veces más si es necesario, para entender que el mensaje de una de las cintas que más van a trascender en la historia del cine no es generar violencia, si no ver qué muy en el fondo, nosotros como sociedad ya somos parte de esa violencia.