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Alebrijes en Cuadratines/ Reconocimiento a Pablo González Casanova

Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Durante estas semanas se han generado diversas informaciones de todo tipo, desde notas hasta crónicas, para recordar los 50 años del movimiento estudiantil de 1968, el cual representó el inicio de una transformación del sistema político mexicano, el cual ha fructificado con la tercera alternancia pacífica a nivel federal.

            Nadie discute la importancia de ese movimiento que provocó cambios políticos y sociales de trascendencia, pero creo que se ha omitido involuntariamente la posterior participación de un rector que tuvo la visión de proponer ampliar la Universidad Nacional Autónoma de México para recibir a un mayor número de alumnos en los niveles medio superior y superior.

            Me refiero a Pablo González Casanova quien el 30 de abril de 1970 se convirtió en el 35° rector de la UNAM, al concluir el periodo de Javier Barros Sierra y por una serie de problemas con los trabajadores universitarios renunció el 7 de diciembre de 1972, para ser relevado por Guillermo Soberón Acevedo.

            González Casanova nació en Toluca, Estado de México, el 11 de febrero de 1922. Estudió la licenciatura en Derecho en UNAM, la maestría en Ciencias Históricas en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y se doctoró en sociología en la Sorbona de París. Además de ser rector ha ejercido una gran cantidad de responsabilidades educativas y se le han otorgado múltiples reconocimientos nacionales y extranjeros, pero en esta ocasión se debe destacar el apoyo otorgado para ampliar la capacidad de admisión de estudiantes.

            Recuérdese que hasta finales de la década de los años sesenta del siglo pasado, aunque supuestamente la UNAM contaba con nueve planteles de preparatoria, en realidad solo existían ocho ya que dos compartían el viejo edificio de San Ildefonso: la 1, que operaba en el turno matutino, y la 3 en el vespertino, además de que la 2 mantiene una secundaria que a sus egresados les otorga pase automático al bachillerato.

            Desde entonces existía el problema de quienes no aprobaban el examen de ingreso al bachillerato, por lo que grupos de rechazados se habían organizado para crear dos preparatorias llamadas populares en las colonias Juárez y Santa María la Ribera, planteles considerados por la UNAM como incorporados y para entrar al nivel superior sus egresados, en lugar de presentar un examen, desarrollaban alguna actividad social en comunidades marginadas.

            Es aquí donde entra la visión de González Casanova, quien para ampliar las posibilidades de la educación universitaria, además de crear el Sistema de Universidad Abierta, impulsó la fundación de los Colegios de Ciencias y Humanidades cuyos planteles Azcapotzalco, Vallejo y Naucalpan abrieron sus puertas en 1971, y el Sur y Oriente en 1972. Se debe destacar que con Naucalpan la UNAM se extendió del entonces Distrito Federal al Estado de México.

            Con esos cinco planteles se abrió la oportunidad para que ingresaran al bachillerato poco más de 25 mil nuevos estudiantes, además de que posteriormente se crearon los nuevos inmuebles de las preparatorias 1, 2 y 3, con lo creció su matrícula escolar.

            Esa era una solución para el nivel medio superior pero ahora se planteaba abrir espacios para el mayor número de egresados. Para ello considérese que la gran mayoría de escuelas de nivel superior y facultades se concentraba en Ciudad Universitaria, al sur de la metrópoli.

            La respuesta fue crear cinco unidades de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, las ENEP’s, con un nuevo enfoque académico a fin de interrelacionar diversas carreras. Así, en 1974 se abrió el plantel Cuautitlán, en Cuautitlán Izcalli; al año siguiente iniciaron sus actividades Acatlán, en Naucalpan, e Iztacala, en Tlalnepantla; finalmente, en 1976 le correspondió el turno a Aragón, en Nezahualcóyotl, y Zaragoza, en la delegación Iztapalapa, para ser la única en la ciudad de México.

            Con el paso del tiempo estas unidades pasaron de ser escuelas a facultades, es decir, ampliaron sus estudios hasta el nivel de doctorado.

            Todo ello fue por el impulso de González Casanova, que permitió abrir espacios a muchos jóvenes deseosos de estudiar alguna licenciatura que, de otra manera hubiera resultado más difícil.

            También debe reconocerse que el gobierno federal realizó su aportación para abrir nuevos espacios con la creación del Colegio de Bachilleres y la Universidad Autónoma Metropolitana, ésta última con planteles en Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco, es decir puntos extremos de la capital federal. Su cuarto plantel debería ubicarse en Cuajimalpa, pero hasta pocos años se abrió hasta el municipio de Lerma, en el Valle de Toluca.

            Por todo lo anterior, considero debe realizarse un gran reconocimiento a Pablo González Casanova. Muchos nos uniríamos a ese homenaje y es que así yo en lo personal, como egresado de la segunda generación del CCH Azcapotzalco y de la Generación Fundadora de la ENEP Acatlán, muchos miles más de universitarios podríamos agradecer y reconocer a quien nos abrió la oportunidad para recibir educación superior.

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