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LUCRAN CON LA TRAGEDIA, SEÑALA PABLO HIRIART EN SU COLUMNA DE HOY EN EL FINANCIERO

El periodista Pablo Hiriart sabe de lo que habla; de un López Obrador que todo el tiempo apuesta a la desestabilización, enfermo por su obsesión de hacerse del poder por la vía del asalto, ya que no puede conseguirlo por la vía democrática.

USO DE RAZÓN

Por Pablo Hiriart

Necesitaban una víctima para lanzarse al asalto del poder. Tuvieron 43. Con una variante que al parecer poco les importa: ellos los secuestraron y ellos los entregaron a sus aliados los narcos para que los mataran.
No sólo eso: ellos llevaron como candidatos a los socios de los narcos en Iguala, les dieron poder, e hicieron gobernador a quien protegió esa mixtura de autoridades y delincuentes.

Y ahora tienen el descaro de gritar “fuera Peña”, tomar carreteras y preparar el terreno para que les entreguen el poder.

Se trata de un sector de la izquierda cuyo líder es López Obrador, el que hoy apuesta por el quiebre institucional del país después de haber sido responsable de una masacre.

Del informe que dio el procurador Murillo Karam destacan una frase, “ya me cansé”, dicha por un hombre que llevaba 40 horas sin dormir, y que tuvo el valor de darles a conocer la trágica verdad a los padres de los normalistas muertos, y después describir ante la nación la forma en que fueron asesinados.

Eso es lo importante para esa izquierda: “fuera Peña, y “ya me cansé”.
Dejan de lado el crimen más atroz que hayamos conocido: el que se perpetró en unos basureros de Cocula.

Sólo mentes demoniacas, sanguinarias e inhumanas pueden matar a personas de la forma en que lo hicieron los sicarios de Guerreros Unidos.

Es para estremecer al más duro, oír el relato de los sicarios que cuentan cómo venían los normalistas en camionetas, arrumbados unos encima de otros, varios de ellos ya muertos por asfixia y otros agonizantes.

Después los pusieron en montones sobre la basura, les rociaron gasolina, diesel, los cubrieron con leña, llantas y les prendieron fuego, hasta dejarlos convertidos en cenizas.

Uno de los sicarios contó que después de arder por más de doce horas, recogieron los huesos y los golpearon, para desaparecer rastros. En bolsas los arrojaron al río.

Ese horrendo crimen, perpetrado por autoridades de izquierda coludidas con narcotraficantes, está siendo utilizado por un sector de la propia izquierda para emprender el asalto al poder.

¿Dónde está el dolor por lo sucedido? ¿Dónde está el horror ante una perversión demencial como fue el asesinato y desaparición de los cuerpos de los normalistas?

No hay humanismo, sólo ambición de poder.

Es totalmente comprensible que los padres de las víctimas no acepten la verdad que salió después de la investigación y de las confesiones, hasta tener las pruebas de ADN de los restos calcinados.

Pero que grupos políticos tomen la bandera y asalten edificios al grito de “vivos los queremos”, es manipular el dolor de los padres y de lasociedad.

Utilizar la tragedia para denigrar instituciones y difundir que “el Ejército obedece ciegamente las órdenes del crimen organizado en municipios infiltrados por el narcotráfico”, como publicó ayer uno de los articulistas de La Jornada, es deplorable por perverso.

El país está herido por lo que ocurrió en Iguala. Pero un grupo político no se conduele por lo sucedido y quiere lucrar con la tragedia.

La pérdida de valores en un sector de la sociedad parece haber llegado al extremo de no detenerse ante el horror del crimen, sino que hace bromas con el “ya me cansé” y utiliza la tragedia como un medio para satisfacer apetitos de poder.

Twitter: @PabloHiriart

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