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Injusta descalificación presidencial / Maullidos Urbanos

 

Gato de Barrio /

gatodebarrio@yahoo.com.mx /

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha expresado reiteradamente que no es rencoroso, que su “pecho no es bodega”, pero su comportamiento lo pone en evidencia. Incluso podría agregarse que la envidia lo invade, por eso constantemente utiliza todo tipo de descalificativos para expresarse sobre sus “adversarios”, mejor dicho: sus enemigos.

Muy probablemente se deba a que tanto en su trayectoria personal, como académica y política, no ha recibido algún tipo de reconocimiento real, es decir que se le haya otorgado desinteresadamente, por alguna actividad en la que haya destacado.

El ejemplo más claro sucedió durante la conferencia «mañanera» del miércoles 10 de mayo, cuando el presidente minimizó el premio Derechos Humanos 2023 otorgado por la Asociación Internacional de Mujeres Juezas a Norma Lucía Piña Hernández, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al afirmar que este tipo de reconocimientos «se pueden conseguir en la Plaza de Santo Domingo.»

Debe precisarse que esa famosa plaza, ubicada en el centro histórico capitalino, donde antaño la gente acudía a que los escribanos –también llamados popularmente como «evangelistas»–, dedicados a escribir cartas para aquellos que no sabían hacerlo, ahora es famosa por ser el sitio donde se adquieren todo tipo de documentos falsificados.

¿De dónde proviene la envidia? En este caso al comparar sus correspondientes trayectorias personales. Veamos: López Obrador estudió de 1973 a 1977 la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, titulándose hasta 1987 con la tesis “Proceso de formación del estado nacional en México 1821-1867”. Según biógrafos, a finales de los años setenta, sin titularse, impartió clases de pedagogía en la Universidad Autónoma de Tabasco (UAT), donde conoció a su primera esposa, Rocío Beltrán Medina.

Maullidos 12 mayo 23, AMLO presidente mediocre y ardido, envidia a la brillante Ministra Presidenta del Poder Judicial, Lucía Piña.

En cambio Piña Hernández estudio Derecho en la UNAM de 1979 a 1984, titulándose con un promedio 9.6, se graduó comoprofesora en Educación Primaria en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros de 1974 a 1978, de donde se tituló con Mención Honorífica; cursó la especialidad en Psicología Social y Comunicación en el Instituto Nacional de Ciencias de la Educación de Madrid, España, de 1977 a 1978; tiene la especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo en la División de Estudios de Postgrado, de la UNAM y doctora en la División de Estudios de Postgrado en la misma universidad con un promedio de 9.6.

Cursó la especialidad en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante, España, del Curso de Postgrado en Derecho con una calificación de 9.5; es maestra en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante, España, con un promedio de 10, de diciembre de 2011 a diciembre de 2012. Impartió clases en el Instituto de la Judicatura Federal, extensión Morelos; en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en la Universidad Panamericana.

Es decir, el reconocimiento otorgado por la Asociación Internacional de Mujeres Juezas se suma a los obtenidos en su trayectoria profesional, pero ¿López Obrador cuáles ha recibido?

Es más, también ha demostrado envidia de los expresidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, por haber sido invitados a trabajar con empresas extranjeras, así como de Vicente Fox por producir cannabis para productos farmacéuticos, porque a él -AMLO- nadie lo convocará a trabajar ni en su quinta realizará actividades productivas, porque carece de experiencia laboral, y se tendrá que ir derechito a su rancho de Palenque, Chiapas.

En la misma conferencia se burló de Enrique Graue, rector de la UNAM, por recibir el doctorado honoris causa otorgado por la Universidad de Sevilla, por sus aportaciones a la educación en Iberoamérica. El presidente, ¿cuántos reconocimientos de ese tipo ha recibido?.

Estos son algunos ejemplos de lo que le causa envidia al tabasqueño. Por eso, ante su pequeñez, insiste en presentar a su gobierno al mismo nivel de la Independencia, del Juarismo y de la Revolución, al llamarlo «de la Cuarta Transformación», pero habrá que esperar a que termine su administración para evaluar si es que avanzó y, lamentablemente, lo que retrocedió.

Ya veremos en un futuro próximo cómo juzga la historia a López Obrador. Su veredicto será incuestionable.

 

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