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Enésima falla, ahora en electricidad / Maullidos Urbanos

 

Gato de Barrio /

gatodebarrio@yahoo.com.mx /

El pasado martes, tras el aumento en la demanda de electricidad, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) anunció que se entró en un estado operativo de emergencia en el sistema eléctrico nacional, razón por la cual se registraron apagones en varias ciudades, según unos periódicos, en apenas diez estados, pero otros los reportaron en más de veinte entidades.

Al día siguiente, este hecho no mereció ningún comentario en la mañanera para el presidente Andrés Manuel López Obrador y, cuando ya se retiraba, una voz desde el área de los periodistas le cuestionó sobre los apagones, limitándose a únicamente para calificar la falta de energía eléctrica como un “evento” excepcional, dando la idea de que no se repetiría.

Sin embargo, las alertas por la demasía de demanda de energía se repitieron desde el miércoles hasta, por lo menos el viernes, con los consecuentes apagones en diferentes puntos del territorio nacional. Ante ello ¿cómo explicar esos «hechos excepcionales»?

Se debe recordar que López Obrador impulsó su reforma energética para, además de “defender nuestra soberanía”, evitar que la iniciativa privada se “apoderara” de la generación de la electricidad que no fuera desplazada la Comisión Federal de Electricidad, para convertirla en un organismo del Estado, autónomo y responsable de la ejecución de la transición energética.

Aunque esa “reforma” fue avalada por la mayoría que integran diputados federales y senadores de Morena y sus aliados, en respuesta a una serie de amparos, la Suprema Corte de México la canceló el pasado miércoles con lo cual se podrá reabrir el mercado energético a inversiones privados; además existen controversias con Estados Unidos y Canadá, en el marco del tratado comercial T-MEC, y se han tensado las relaciones con España.

Considero que ante la falta de energía eléctrica, que impide realizar las actividades cotidianas de los usuarios residenciales como industriales y comerciales, ellos no comparten la visión de “soberanía energética”, proclamada por el presidente, y exigen un servicio eficiente, sin importar si lo ofrece la CFE o alguna empresa privada, ya sea nacional o privada.

Por muchas circunstancias, francamente será imposible que el gobierno federal resuelva la actual crisis energética en lo que resta de la actual administración, pero este fracaso –no puede calificarse de otra forma–, se suma a otras costosas obras en el presente sexenio que no han funcionado como se habían proyectado, como el “servicio médico” de primer mundo, una refinería que no refina, una descentralización de oficinas que solo sucedió en papel, entre otros ejemplos. En fin, una raya más al tigre.

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